jueves, 25 de junio de 2009

Las musas

Siempre que se habla de la inspiración en cualquier actividad artística, aparecen las musas, como si partiendo de la nada apareciera una idea brillante que permitiera crear un cuadro o una novela.
Yo entiendo las musas de una manera un tanto diferente. No las asocio a la inspiración, a lo que genera un proyecto, sino que son esenciales a la hora de concretarlo.
Sigo sin saber que es la inspiración, por qué surge una idea diferente al resto que hace de espoleta en el interior del cerebro hasta que se desencadena una auténtica revolución. Cuando me surge la idea para una novela tengo que buscar a los protagonistas que me ayuden a concretarla, y ahí es donde aparecen las musas. Yo necesito poner imagen a esos protagonistas, y para ello me sirvo de personas reales, aunque raramente los implicados lo llegan a saber porque no suelo hacer descripciones de los personajes, ni lo que ocurre en la historia tiene que ver con la vida real de esas personas, pero considero muy importante contar con una referencia física para esos personajes.
También es cierto que algunas musas permanecen durante bastante tiempo a pesar de que las historias cambien, y en mi caso también ha ocurrido, pero ninguna musa es eterna porque se corre el riesgo de llegar a la obsesión, convirtiéndose en un lastre en lugar de un incentivo para crear.
Yo no me puedo quejar de mis musas, siempre han sido generosas y contribuyen a que mi trabajo creativo sea mucho más grato. Al igual que las ideas, aparecen cuando menos se espera, y hay que estar atento para descubrirlas porque a las musas no les gusta exhibirse, todo lo contrario, el misterio es lo que las convierte en tan sugerentes.

sábado, 20 de junio de 2009

El derecho a la excomunión

Para la iglesia católica, la excomunión es uno de los castigos más graves que pueden imponer a sus fieles, sobre todo desde que la Inquisición dejó de actuar con sus métodos contundentes, algo que muchos prelados parecen echar de menos. Entiendo que los obispos, como miembros de una sociedad democrática tienen derecho a expresar su opinión, como los fontaneros, médicos, modistas o toreros, pero de ahí a pensar que su opinión tiene que ser vinculante para toda la sociedad media un abismo. Con la nueva ley del aborto se podrá estar en acuerdo o desacuerdo, cada uno tenemos nuestra conciencia y me parece justo que haya soluciones a los problemas que se puedan plantear a aquellas mujeres que se queden embarazadas sin desearlo. Nadie aborta por gusto, y es una decisión muy difícil de tomar para cualquier mujer. En cuanto a hablar del aborto como crimen, considero que andan muy equivocados los señores obispos. Crímenes son los muchos casos de pederastia que se han cometido en hospicios contra niños indefensos por miembros del clero, pero en esos casos, la conferencia episcopal no sólo no se pronuncia, sino que pone todo su empeño en que no trasciendan a la opinión pública.
Equiparar el aborto con un crimen me parece cuando menos temerario, porque si se habla de que la vida existe en el momento de la concepción, por qué no considerar los espermatozoides y los óvulos como generadores de vida, y por lo tanto, su no aprovechamiento para la procreación como un crimen. En ese caso, hasta los señores obispos serían unos criminales por no haber contribuido al crecimiento de la especie humana, a no ser que a través de alguna bula los miembros del clero estén exentos de producir semen.
Y por último, una reflexión por la que espero que me sea concedida la excomunión, puesto que estoy bautizado e hice la comunión, actos de los que no me pude librar al no tener uso de razón. Yo pienso que si los hombres se quedaran embarazados (incluidos los obispos), el aborto sería un sacramento.
Espero que la iglesia católica tenga a bien enviarme la notificación de la excomunión y me den de baja como uno de sus fieles.

sábado, 13 de junio de 2009

Final de temporada

La temporada de primavera en el Corral de Comedias de Almagro acaba después de más de cien representaciones. Ahora llega una de las épocas del año en que puedo cogerme unos días libres, aunque tengo amigos que dicen que trabajo cuatro días al año y el resto estoy de vacaciones. Si dedicar casi todas las horas del día a cultivar aquello que más te gusta es estar de vacaciones, admito que soy un privilegiado porque disfruto escribiendo, y hasta los viajes que hago los considero de trabajo porque siempre acaban aportando algo nuevo a mis historias.
Para esta ocasión he elegido la Costa Brava, en la que estuve hace muchos años para hacer una foto publicitaria de un coche al amanecer, uno de esos disparates propios de la publicidad que nunca llegué a comprender, pero que me vinieron muy bien para hacer viajes que no me podía permitir con mis escasos recursos.
Esta vez también voy a hacer fotos, pero las que me gusten porque la fotografía se ha convertido en una herramienta muy útil para escribir. Tampoco soy de los que viajan con la cámara delante del ojo, como muchos turistas que en su afán de captarlo todo se pierden lo esencial, la capacidad de disfrutar con lo que se tiene delante.
Son pocos días los que estaré fuera, pero los suficientes para regresar a Almagro en vísperas de que empiece el Festival Internacional de Teatro Clásico, que es la época del año donde hay más gente y vendo más libros, aparte de que retomaré mi nueva novela con ilusión después de dejarla aparcada durante más de un mes para revisar, maquetar y diseñar los nuevos libros que he dejado en imprenta, y que son nada menos que seis: una recopilación de casi todas mis obras teatrales en cuatro volúmenes; una novela que escribí hace doce años y que se trata de una sátira política, contada como novela de caballerías, sobre el ascenso y llegada al poder de un gobernante que con sus acciones posteriores superó el esperpento que cuento en mi historia. El último de los libros es la novela en la que he trabajado los últimos años y en la que he puesto todo lo que sé. Espero tener todos los libros a principios de julio, pero antes intentaré disfrutar de la Costa Brava más agreste.