sábado, 21 de mayo de 2011

15 M

Hoy es jornada de reflexión electoral, pero creo que es necesario hacer una reflexión mucho más profunda sobre el modelo de sociedad en que vivimos después del movimiento popular que se está gestando contra nuestros políticos, ya sean del gobierno o de la oposición.
En primer lugar tengo que decir que estoy ilusionado con lo que está ocurriendo, que no es otra cosa que la indignación de la mayoría de los ciudadanos ante el estado de terrorismo económico en el que vivimos. No importa la procedencia política de cada uno de los que se manifiestan, lo que cuenta es que esa rebeldía se esté canalizando de una forma pacífica y festiva para demostrar que no estamos dispuestos a tragar con todo lo que nos den. El pueblo es soberano y el eje de la democracia, y no solo un instrumento del que ciertos políticos se sirven cada cuatro años para alcanzar un poder que utilizan para su lucro particular.
Cuando un pueblo pierde la confianza en sus representantes, y en la actualidad más del 80 % de la población no avalan a los líderes del PSOE ni del PP, es necesario hacer un cambio en el modelo. Llevamos muchos años en que el voto está más condicionado por el miedo al contrario que por la confianza en el propio, como si todo se limitara a un bipartidismo que no es real porque en el fondo defienden lo mismo: la sumisión del estado al poder económico de las grandes multinacionales. Ambos partidos se odian, pero se necesitan para que todo siga igual, mientras el pueblo se está dando cuenta de que no necesita a ninguno de los dos.
Estoy convencido de que en este país hay gente muy preparada para tomar las riendas políticas, pero nadie que sea medianamente decente se quiere meter porque acabaría siendo devorado por la estructura interna de los grandes partidos y de los medios de comunicación afines. Algo que está tan viciado como la propia política es la prensa, que al estar englobada en grandes plataformas de comunicación que cotizan en bolsa, no está exenta de la corrupción que afecta a los políticos, al canalizar la información hacia los temas que más les convienen.
Desde el año 75 este país ha crecido muchos, y varias generaciones de políticos han sido importantes en esa transición, pero ha sido mucho más importante la propia actitud del pueblo en su deseo de buscar una normalización. Se habla de que mucha gente que forma parte del 15 M son antisistema. Yo creo que no, creo que son auténticos demócratas que defienden la constitución. Los que van contra el sistema son aquellos que se olvidan del pueblo al que representan para conceder privilegios a sus allegados, para que los directivos de grandes bancos y corporaciones se repartan vergonzosos dividendos con el dinero público que se les inyecta mientras despiden a los trabajadores.
Es necesario seguir presionando después de las elecciones para que esos partidos hagan un profundo proceso de limpieza interna sacando toda la basura que guardan si quieren que algún día los votantes vuelvan a confiar en ellos. Si los políticos dejan de ser los garantes de la democracia, el pueblo está obligado a recordárselo, y las manifestaciones que se están produciendo por toda España no buscan otro fin. No se trata de que ganen unos u otros, se trata de que tengamos unos gobernantes en los que podamos confiar, aunque se equivoquen, pero que sean honestos y sepan a quienes representan.