jueves, 25 de junio de 2009

Las musas

Siempre que se habla de la inspiración en cualquier actividad artística, aparecen las musas, como si partiendo de la nada apareciera una idea brillante que permitiera crear un cuadro o una novela.
Yo entiendo las musas de una manera un tanto diferente. No las asocio a la inspiración, a lo que genera un proyecto, sino que son esenciales a la hora de concretarlo.
Sigo sin saber que es la inspiración, por qué surge una idea diferente al resto que hace de espoleta en el interior del cerebro hasta que se desencadena una auténtica revolución. Cuando me surge la idea para una novela tengo que buscar a los protagonistas que me ayuden a concretarla, y ahí es donde aparecen las musas. Yo necesito poner imagen a esos protagonistas, y para ello me sirvo de personas reales, aunque raramente los implicados lo llegan a saber porque no suelo hacer descripciones de los personajes, ni lo que ocurre en la historia tiene que ver con la vida real de esas personas, pero considero muy importante contar con una referencia física para esos personajes.
También es cierto que algunas musas permanecen durante bastante tiempo a pesar de que las historias cambien, y en mi caso también ha ocurrido, pero ninguna musa es eterna porque se corre el riesgo de llegar a la obsesión, convirtiéndose en un lastre en lugar de un incentivo para crear.
Yo no me puedo quejar de mis musas, siempre han sido generosas y contribuyen a que mi trabajo creativo sea mucho más grato. Al igual que las ideas, aparecen cuando menos se espera, y hay que estar atento para descubrirlas porque a las musas no les gusta exhibirse, todo lo contrario, el misterio es lo que las convierte en tan sugerentes.

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