domingo, 30 de agosto de 2009

Volver al cuento

Hacía cuatro años que no escribía un cuento. Fue poco antes de publicar Memorias de un paraguas y otros cuentos, donde agrupé casi toda mi narrativa breve (en Lágrimas de Yaiza también incluyo tres cuentos). Durante este tiempo había tenido algunas ideas que no había llegado a concretar, pero mi prioridad era la novela, y en la carpeta de proyectos se amontonaban sinopsis de no más de cinco líneas de ideas interesantes para desarrollar, aunque al volver a retomarlas me daba cuenta de que no funcionaban.
Yo tengo la teoría, al menos en cuanto a mi propio proceso de creación porque no sé cómo lo hacen otros escritores, de que el cuento no solo es un relato breve a la hora de leerlo, también lo debe ser al escribirlo, y no porque haya que forzarse en terminarlo en pocos días, sino porque la idea debe llegar al ordenador o al papel con la misma fluidez que viaja por la mente. Si eso no ocurre es que algo no va bien.
La otra noche paseaba con unas amigas entre las casetas de la feria de Almagro, cuando al pasar por el puesto de los libros recordé una vieja idea que en su momento no llegué a desarrollar, pero a la que hacía un guiño en un capítulo de mi última novela. Comenté con ellas que años atrás en ese mismo puesto tuve una idea para un cuento, pero no supe escribirlo.
Por la mañana, cuando abrí la tienda y estaba dispuesto a continuar escribiendo la novela en la que llevo varios meses trabajando, volvió a aparecer la idea del cuento, pero había un nuevo detalle que otorgaba un sentido diferente a la historia. Abrí un nuevo archivo con el fin de apuntar aquello que me parecía más relevante, pero no me detuve en la sinopsis, sino que una idea fue enlazando con otra, y pronto me di cuenta de que tenía el cuento completo. He necesitado dos días para acabarlo y revisarlo, y estaba contento al acabar porque no se trataba de un cuento de una noche de verano, sino que había descubierto una vía para seguir trabajando en un libro de cuentos. Ayer terminé otro, el segundo en cuatro días, y apareció la idea para un tercero. Esto no quiere decir que vaya a escribir todos los cuentos de seguido, pero me alegro de volver al cuento después de pensar que se habían exiliado de mi mente. Eso me da confianza en que las ideas para el teatro lleguen para quedarse. Pronto va a hacer cuatro años que terminé mi última obra.

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