viernes, 1 de agosto de 2008

El casting en la novela

Al igual que en el cine, en la televisión y en la publicidad se hacen casting para encontrar a los actores o modelos que han de identificarse con un determinado personaje o producto, al escribir una novela también es preciso hacer algo parecido, aunque puede que no sea correcto llamarlo casting. Cuando tengo la idea para una nueva historia tengo que buscar a los personajes que la interpreten, y no basta con recurrir a una tipología determinada de hombres o mujeres, a cada uno de esos personajes hay que crearle una familia, una biografía y hasta un perfil psicológico, aparte de una serie de rasgos que lo hagan fácil de identificar por parte del lector. Por lo general, yo suelo dar pocos datos de las características físicas de mis personajes. Como lector no me gusta que me condicionen con muchos datos acerca de la altura, color de ojos y pelo y complexión física, creo que la fantasía es muy rica y cada lector puede otrogar a los personajes la imagen que le resulte más grata. En varias ocasiones algunos de mis lectores me han hablado de alguno de mis personajes convencidos de que yo los había descrito como ellos me contaban y de nada valía que yo les dijera que no aparecía esa descripción en el texto.
El hecho de ponerme a crear la imagen y la historia de los personajes supone que parto de una idea sólida y la novela va por buen camino, aunque una mala elección de los protagonistas y de los acontecimientos que rodean su vida puede desencadenar que la trama se desinfle rápidamente o que se pierda para siempre. No pienso en todos los personajes que van a aparecer en la novela, sino en los tres o cuatro esenciales. El resto irán apareciendo en función de las decisiones que tome porque me gusta dejar un amplio margen de maniobra en función de lo que vaya surgiendo cuando escriba.
Reconozco que durante ese proceso tengo infinidad de dudas y hago muchos cambios en la situación de los personajes y en las relaciones que mantienen, lo que me ocasiona continuos conflictos, hasta que llega un momento en que encajan con la historia que quiero contar y me aportan datos para seguir avanzando. Entonces llega el momento de obrar en consecuencia con las elecciones que he hecho, y tengo la impresión de que si respeto a los personajes, ellos serán generosos y me permitirán gozar con mi trabajo, porque no hay que olvidar que la literatura, en el fondo, es un juego en el que el escritor no debe ser un tramposo porque los lectores son detectives muy sagaces que terminan desenmascarando a quien no juega limpio.

1 comentario:

eva lluvia dijo...

gracias por este post...

me encanta conocer lo que se esconde entre bastidores...

un beso

eva