miércoles, 6 de agosto de 2008

El cementerio de la historias truncadas

Supongo que todos los escritores tenemos un desván en el que acaban las historias que no somos capaces de sacar adelante y que nos negamos a condenar para siempre al olvido porque confiamos en que aparezca una nueva oportunidad. Yo no puedo hablar de un desván, un armario, ni tan siquiera de un baúl. Al menos eso tendría algo de melancólico, en mi caso tengo que hablar de algo tan volátil y poco tangible como los archivos de ordenador que reúno en una carpeta con el nombre de proyectos. A los escritores se les reconoce por las obras que han publicado, pero por cada libro que ve la luz, hay muchos proyectos que se han quedado aparcados. Ideas que parecían muy buenas en su momento, pero que no han sido capaces de llevar hasta el final por circunstancias que sólo el propio autor sabe.
En mi caso, los proyectos inacabados superan a los que he sido capaz de culminar, aunque la mayoría se han quedado en simples esbozos de dos o tres páginas. No en todos los casos puedo hablar de que me haya quedado bloqueado, a veces ha aparecido otra historia en el camino que me ha exigido dedicación completa, y cuando la acabé y trataba de recuperar el proyecto previo, no encontraba la motivación necesaria para seguir escribiendo. La mente es caprichosa y no siempre está dispuesta a seguir el camino que se le indica. Por otra parte, pienso que cada historia se corresponde con un momento de mi vida, y si la dejo aparcada para retomarla más adelante, las condiciones habrán cambiado. Quizás por eso soy tan reticente a escribir una segunda parte sobre alguna de mis novelas. No quiero que una historia con la que he disfrutado se pueda convertir en una molesta obligación que me lleve a odiar a los personajes que tanto me dieron.
También se ha dado el caso de historias que comencé de una manera y han terminado de otra muy diferente, como cuentos que se convirtieron en obras de teatro, o guiones en novela. En mi caso, sólo ha habido una historia que ha pasado varias veces por el cementerio de las historias truncadas y he sido capaz de rescatarla hasta conseguir acabar la novela. Durante ocho años he mantenido una relación con Olvido 27 que ha ido del amor al odio, pasando por el desinterés, la infidelidad o el chantaje, pero al final y como si se tratara de un matrimonio, llegamos juntos hasta el fin, lo que en el caso de un autor y su obra se podría decir: hasta que la publicación nos separe.
A veces me pregunto qué es lo que determina que unas ideas se conviertan en obras literarias mientras otras marchan hacia el desván de las historias truncadas. Supongo que se podría pensar en la calidad, en el destino o en algo parecido al azar. No lo sé, aunque confío en que los personajes sigan siendo generosos y me cuenten bellas historias a las que pueda dar formato de novela, teatro o cuento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, D. Francisco, muy buenos días, me gustaría hablar -más bien chatear- con usted acerca de su obra de teatro Terapia.
Somos unos amigos aficionados al teatro con algunos montajes en nuestro haber, y su obra nos ha encantado, estamos pensando en montarla, siempre que nos concediera su permiso, y aquí viene el atraco. Al ser aficionados con un grupo-asociación sin ánimo de lucro, nuestros recursos son muy limitados, que somos pobres, vaya, para que andarse con eufemismos, y nos sería de gran ayuda no tener que pagar derechos de autor. Se que es mucha cara dura la petición, y que un autor debe poder vivir de lo que escribe, pero si no contamos con su colaboración no podremos trabajarla. Eso si, si llegaramos a estrenarla sería un buen montaje, con cualquier cutrez ni nos lo planteamos, quiero decir que será algo digno, no de fin de curso de instituto.
No le canso mas, ni le quito mas tiempo. Si quisiera más datos o simplemente para decirme "Vayase a tomar..." mi e-mail es carloshevia43@hotmail.com