domingo, 3 de mayo de 2009

La revolución pendiente en la literatura II

La revolución pendiente consiste en que los escritores asuman todo el proceso que sigue su obra desde la creación hasta que se entrega al lector. Esta opción tiene mala reputación porque se cree que es el último recurso que tienen los escritores mediocres para difundir su obra. Por otra parte, el mercado literario no puede consentir que una parte de su negocio vaya a parar a los guerrilleros de las letras que no aceptan sus condiciones.
Hasta hace poco tiempo, plantearse la posibilidad de editar y vender la propia obra era un suicidio porque había que asumir una cuantiosa inversión para hacer una tirada mínima de mil ejemplares con el fin de que el precio de venta por ejemplar pudiera ser competitivo. A eso se añadía el tener pelearse con la imprenta si el acabado no era como esperábamos, buscar un sitio para almacenar los libros y librerías para venderlos. Por lo general, los escritores solemos ser malos vendedores, al menos yo lo soy, y jamás se me ocurre acercarme a un posible comprador para ofrecerle mis libros, y eso que ya llevo más de cuatro años en mi tienda.
En la actualidad existen medios que permiten asumir la autoedición y distribución asumiendo menos riesgo. Se pueden hacer tiradas cortas a precios razonables y reeditar en pocos días, aparte de que internet ofrece mayores posibilidades para darse a conocer. Es muy importante que el escritor que siga este camino tenga asumido que se trata de una carrera de fondo donde es imprescindible la paciencia porque no existen los milagros que lleven a vender miles de ejemplares en poco tiempo. Con esta opción los lectores se ganan uno a uno, pero si lo que ofrecemos es bueno la gente responderá, y sobre todo hay una sensación que no tiene precio: el escritor es el responsable absoluto de lo que entrega a los lectores. Decide lo que escribe, sin tener que acoplarse a las modas que imponen las editoriales: lo publica cuando desea con el diseño y maquetación que más le gusta; y sabe que si su obra se vende, los beneficios serán para él. Hay quien piensa que la calidad literaria de estos libros es inferior porque se puede publicar cualquier cosa que se escriba y sin que esté revisada con un sentido autocrítico. Yo pienso que cuando es el escritor el que invierte en su propia obra pone mucho más cuidado a la hora de entrar en imprenta porque se está jugando su dinero y hasta su futuro como escritor, aunque eso no evita que se publiquen libros nefastos, como también lo hacen las editoriales con obras de autores consagrados.
Después de bastantes años de experiencia en autoedición, se que lo más complejo es ganarse la confianza del lector, y eso nunca se podrá hacer si no se tiene confianza en el propio trabajo. Si uno se siente inferior a los escritores consagrados lo va a pasar mal, casi tanto como si va de prepotente y alardea de su trabajo como si fuera un genio. Cuando alguien se interesa en alguno de mis libros, suelo decir que pongo todo lo que sé en cada historia y que juzguen por lo que les trasmita lo que lean. Cada novela es autónoma y mientras se lee no importa quién la haya escrito, lo que cuenta son las emociones que provoque. Todos los escritores tenemos a nuestra disposición las mismas herramientas: las palabras, y lo que separa una buena novela de una mala es el orden en que se colocan.
Tengo la fortuna de contar con lectores bastantes cultos que no se dejan condicionar por los libros que más se promocionan, y no lo digo por marcarme un farol. Si no tuvieran curiosidad por conocer nuevas historias, no se gastarían su dinero comprando libros de un desconocido que cuestan lo mismo que un best seller. Esas personas no tienen ninguna obligación conmigo porque no me conocían previamente y probablemente no me volverán a ver, pero muchos de ellos se han puesto en contacto para contarme lo que les trasmiten mis novelas, y ninguno de ellos me ha dicho que están bien para ser de un desconocido, sino que las sitúan muy por encima de la mayoría de los grandes éxitos editoriales.
La música y la pintura llevan ventaja a la literatura en su carrera por eliminar a los intermediarios que se enriquecen con el talento ajeno. El caso de la música era muy parecido a la literatura hasta que comenzó a piratearse y a descargarse a través de Internet. Entonces algunos músicos reconocidos comenzaron a desvincularse de las discográficas y crearon sus propios sellos. El caso de la pintura es diferente porque hay menos pasos intermedios, pero las condiciones que los galeristas imponen a los artistas son mucho más duras. De ahí que muchos pintores hayan decidido ir por libre o agruparse en cooperativas para ofrecer su obra a los compradores.
Creo que todavía falta tiempo para que se dignifique la autoedición, y puede que sea necesario que algunos escritores prestigiosos se desvinculen de las editoriales y asuman las riendas de su obra, aunque eso supone un riesgo porque con el tiempo cada escritor estaría en el lugar que merece por lo que ha escrito, y muchos que ahora son famosos serían rápidamente olvidados.
Nadie sabe lo que pasará en el futuro, pero es indudable que el mercado literario será muy diferente, y a cada uno de los que vivimos de la literatura nos corresponde buscar nuestro sitio.

3 comentarios:

¡Jotapé! dijo...

Interesante. He discutido varias veces con gente del mundo de las letras que opina que los "bloggers" se auto-validan.

Mi opinión es que, en realidad, un "blogger" se auto-publica, sin recibir, normalmente, ni un peso a cambio.

No valida su trabajo como lo podrían hacer diez editores, buscándole errores, o posibles mejoras. Lo expone a valoraciones que podrían ser halagadoras, o no, y autorizadas, o no. Sólo eso.

Sin embargo, también creo que el destino del libro es seguir siendo libro, yo nunca leí una novela en el monitor, y creo que no soportaría hacerlo tampoco.

Sobre la cadena de distribución y puestos de venta del objeto libro, no tengo ni idea, pasará lo que deba pasar.

Saludos uruguayos.

Franziska dijo...

He llegado hasta aquí de la mano de un bloguero español que vive en Francia y nos cuenta en su último post que ha entrado en contacto contigo y leído cuatro novelas tuyas.

Acabo de leer tu opinión sobre el tema de las autopublicaciones. Encuentro que es muy interesante la fórmula que empleas y, como tú dices, será tu calidad literaria la que al fin convenza al lector pero, como es lógico, hay que salir al encuentro del lector.

Saludos cordiales.

Francisco Romero dijo...

Gracias Jotaé y Franziska por poneros en contacto conmigo.
Estoy de acuerdo en que hay que salir a buscar el lector, pero a mí no me gusta abordarlo para que me compre un libro y se olvide. Cada lector es una inversión, y quiero que me siga durante muchos libros, y para ello hay que cuidar mucho tanto el fondo como la forma.