miércoles, 18 de febrero de 2009

El largo camino desde el texto hasta la publicación

Tras diecisiete años de experiencia como escritor, doce como editor y cuatro como vendedor de mis libros, creo que estoy en condiciones de hablar de lo que a muchos escritores preocupa y, en ocasiones, angustia. Cuando terminamos una obra literaria hemos puesto todo hemos puesto todo nuestro talento y dedicación en ella. Entonces confiamos en que interese a los editores y agentes literarios para publicarla en las condiciones que merece, pero pronto nos encontramos con las primeras decepciones. En la mayoría de los casos, el texto es rechazado antes de que podamos entregarlo, y en el resto no creo que se lean más de diez páginas antes de decirnos que nuestro trabajo no se adapta a su línea editorial o que no entramos en el perfil de los escritores que buscan. A veces pienso que la principal cualidad de un escritor no es su capacidad para crear, sino el fondo que tenga para aguantar las decepciones. Muchos han abandonado porque no son capaces de soportarlo. Reconozco que yo no tengo mucho aguante, pero soy muy terco, por lo que tras mi cupo de decepciones decidí seguir la vía de los premios literarios. La probabilidad de éxito es la misma, pero al menos cuando no ganas no te envían una carta en la que se apiadan por tu infortunio. En mi caso, supongo que no me puedo quejar de los premios, aunque siempre se esperan más.
Cuando no encontramos más vías para dar salida a nuestra obra, nos queda abandonar, dar fotocopias a los amigos, o plantearnos la autoedición. En los últimos tiempos han aparecido muchas empresas en Internet que captan a escritores que quieren ver publicada su obra y lo llaman autoedición, pero yo entiendo que eso no es del todo cierto porque esas empresas no dejan de ser unos intermediarios que intentan hacerse con el mercado de los escritores decepcionados. No estoy en contra del trabajo que hacen Bubok, Lulu y otras empresas similares, pero no me interesa lo que ofrecen. Supuestamente estas empresas se dedican a promocionar a nuevos autores, pero yo pienso que su negocio está en la captación de esos escritores y en publicar su obra con el sistema de edición bajo demanda. Las ventas para ellos es algo secundario, y seguramente más del noventa por ciento de los libros que se venden sean a los propios autores que los han escrito.
Por autoedición entiendo cuando el propio autor realiza todo el proceso. Desde la solicitud del ISBN, que por cierto es gratuito y solo hay que rellenar un impreso, hasta pedir un presupuesto a la imprenta y entregar la maqueta de nuestra obra. En mi caso, y como el diseño gráfico no es mi fuerte, suelo recurrir a un diseñador para que me haga portada y haga la maquetación del texto. En la actualidad hay dos formas de editar un libro, en offset o mediante la impresión digital. La primera es la tradicional, en la que yo he publicado toda mi obra, y se recomienda para tiradas que superen los mil ejemplares. Eso obliga a disponer de espacio para guardar el stock de libros, lo que durante años ha sido un grave problema para mí, y a un desembolso inicial bastante fuerte que es muy difícil de amortizar, porque lo más difícil con diferencia es vender, y en los casos de los escritores que no somos conocidos, de nada vale dejarlos en depósito en librerías. Hay que hacer las cuentas con los que uno pueda vender directamente.
Ahora voy a experimentar con la impresión digital. Lo voy a hacer con mi segunda novela, que durante años se me había quedado colgada, y con la edición de la mayor parte de mi obra teatral en seis volúmenes. Con estos libros quiero hacer tiradas cortas, de no más de doscientos ejemplares. Al optar por la edición digital los costes para tiradas cortas se reducen considerablemente al ahorrarnos los pasos de hacer los fotolitos, y se gana en agilidad, con la posibilidad de hacer tantas reimpresiones cuando se quiera en pocos días. Esto repercute notablemente en el periodo de amortización de un libro, puesto que puedo sacar siete libros con lo que antes me gastaba en uno.
No soy quien para dar consejos a todos aquellos escritores que aún no han encontrado su lugar en el mercado editorial, pero les recomendaría que antes de dejarse embaucar por todas esas empresas que se aprovechan de su ilusión a un coste muy alto, se informaran un poco porque el trabajo al que han dedicado tantos años de trabajo merece ese esfuerzo.

2 comentarios:

Elena Cardenal dijo...

Te agradezco enromemente esta entrada ya que me aclara bastantes cosas y me refuerza ideas que ya tenía.
Esty pensndo en que hacer con las novelas que tengo escritas, que están en mi ordenador sin haber probado suerte en 10 años. Por lo que estoy en ese momento de estudiar cual es la mejor posibilidad.
Tendré muy en cuenta tus palabras ya que eres tres en uno, y tienes todos los puntos de vista. Es lo mejor para saber que hacer, conocer todos los ángulos desde donde se mira un libro, y tu tienes los tres incorporados.
Gracias!

Un saludo!

Francisco Romero dijo...

Gracias por tu comentario. La ilusión por escribir no puede quedar condicionada por la dificultad de publicar lo que se ha escrito. En la actualidad hay medios para hacer tiradas cortas de buena calidad a bajo coste para dar salida a aquello que consideramos bueno, y entiendo que no hay mejor autocrítica que invertir en nosotros mismos.