martes, 10 de febrero de 2009

Encontrar el título

Hace poco entré en otro blog donde vi algunos comentarios sobre la dificultad de elegir el título para un texto. Yo hice mi propio comentario, donde dije algo parecido a que no hay que obsesionarse con la búsqueda del título, simplemente hay que estar atento porque antes o después aparece. Cuando hice este comentario, estaba terminando el borrador de mi nueva novela, en la que llevaba trabajando seis meses y carecía de título, a pesar de que me había manejado con dos que no acababan de gustarme. Ayer al levantarme pensé que había una manera diferente de contemplar lo que había escrito, y después de varias asociaciones y búsqueda de información apareció un título en mi mente. En ese momento tuve la certeza de que la novela no puede tener otro. No digo el título porque eso me obligaría a hacer una sinopsis de la historia, y antes tengo que completarla y registrarla.
Para mí el título es muy importante en cualquier obra literaria y tiene que simbolizar lo que ocurre en la historia. No me preocupa que a priori pueda parecer atractivo para los lectores –la obsesión de los editores–, aunque me gusta que cuando han leído el texto me digan que no podría ser otro. También pienso que el propio título marca el devenir de la historia y hasta que no lo he encontrado tengo una sensación de provisionalidad con todo lo que he escrito. En este último caso, al aparecer el título cuando el borrador con más de doscientas páginas está acabado, tengo que hacer algunas variaciones porque el propio título me indica otra forma adicional de contemplar la historia. Normalmente no he tardado tanto en encontrar el título, y en algunas novelas surgió al mismo tiempo que la propia historia, como en «Memorias de un paraguas» y «Olvido 27». Con «Y el pirata creó el mar», tampoco tardé en encontrarlo, aunque no fue el primero que pensé. Dos novelas que me causaron más dificultades fueron «4 hilos para un epitafio» y «Papel carbón» porque con ambas barajé otros títulos diferentes, y los que en un principio consideré provisionales se fueron afianzando a medida que crecían las historias. En «Lágrimas de Yaiza», el título apareció al mismo tiempo que decidí incorporar un elemento a la novela que se convierte en la clave de toda la historia. En Qal’at rabah no me fue fácil dar con él, hasta que un día me di cuenta de que los árabes le habían puesto el nombre a la tierra donde se desarrolla la historia y donde vivo. Durante este año espero publicar otra novela, no la que he mencionado al principio porque me quedan bastantes meses de trabajo en las diferentes revisiones que hago antes de enviarla a algún premio literario. La que va a ver la luz se titula «Las manos prestadas». Nació antes de escribir ni una sola frase del texto, y en los dos años en los que he trabajado en esta novela ni una sola vez me he cuestionado el título.
Después de esta reflexión creo que no hay ningún consejo válido para encontrar el título, pero llega un momento en que aparece una combinación de palabras que inmediatamente asociamos con lo que estamos escribiendo y que no tiene nada que ver con el proceso que siguen aquellos que piensan los títulos con el fin de interesar al mercado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cómo es tu tienda, Francisco?¿Tienes fotos?
No conozco Almagro, siempre quise ir al festival de teatro, pero por una razón u otra lo fui aplazando.
Bss

Francisco Romero dijo...

En ente mismo blog, la entrada del 6 de enero lleva el título de mi tienda, y hay dos fotos de la tienda que ocupo en la plaza de Almagro.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Es verdad, por un momento lo había olvidado. ¿Y publicas a otros además de tus obras?

Francisco Romero dijo...

Por ahora no me puedo permitir publicar a otros. Creo que en un próximo post escribiré todo el camino seguido para la autoedición, lo que no tiene nada que ver con propuestas como Lulu o Bubok. Autoeditarse no es difícil, lo complicado es vender.