lunes, 27 de julio de 2009

El festival se acabó

Después de veinticinco días, el festival de Almagro llega a su final, y se supone que es la hora de hacer balance. Según su director ha sido un éxito rotundo con espectáculos maravillosos y con más del 95% de las entradas vendidas. Sin duda, si fuera cierto, se trataría de algo fantástico para la ciudad y para los que amamos el festival, pero no lo es ni de lejos. Tal y como está organizado el festival es muy fácil cuadrar las estadísticas para que parezca que se han vendido todas las entradas, y no sería difícil demostrar que se ha vendido más del 120% del aforo, bastaría con contabilizar las aportaciones de los patrocinadores como venta de entradas, pero lo que se ha visto día a día no cuadra con lo que se dice en las ruedas de prensa. Los que seguimos el día a día del festival hemos visto el festival con menos ambiente de los últimos años, y una programación que no resulta atractiva. El teatro puede provocar muchas sensaciones: pasión, diversión, ira, vergüenza, gozo. Todas ellas son naturales y provocan controversia, lo que mantiene el teatro vivo. Sólo hay una sensación que no se puede permitir el teatro, la indiferencia. Cuando eso pasa, el teatro se muere porque el espectador se vuelve perezoso y pierde la curiosidad por el trabajo de los actores en el escenario. Y si hubiera que resumir la presente edición, por desgracia habría que decir que ha sido el festival de la indiferencia.
Hace pocos días, Emilio Hernández, el director del festival, dijo que aún faltaba mucho para llegar al techo. Es una de las pocas verdades que ha dicho, y mientras él siga dirigiendo el festival ese techo estará más lejos porque cada año lo hunde un poco más ante la indiferencia de aquellos que deberían velar por la buena salud de un evento que ve perder el merecido prestigio que tuvo en otros tiempos.
Hoy hemos despedido el festival 2009. Es el momento de cantar el ‘pobre de mí’, y esperemos que la próxima edición sea la que devuelva la ilusión perdida. Al menos eso deseamos los que queremos que Almagro vuelva a ser una fiesta de día y de noche, eso sí respetando la siesta que exige el calor sofocante del mes de julio.

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