lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad

ESE HOMBRE

Era Nochebuena y un hombre caminaba despacio por las calles vacías de la ciudad. Llevaba la cabeza inclinada, el rostro contraído y la mirada perdida. Los villancicos ajenos se convertían en un siniestro eco que le dañaba los oídos. Escuchaba el descorche de las botellas y los brindis de las familias que se creían felices, pero nadie brindaba con él. Las lámparas que iluminaban cada casa no alcanzaban para sacarle de la penumbra. Nadie podría explicarse por qué marchaba solo en una noche de fiesta tan especial. ¿Acaso no tenía una familia con la que celebrar esa noche de paz?
Ese hombre no lloraba su soledad. Ese hombre no estaba desesperado ni quería quitarse la vida, tenía un destino importante que cumplir del que dependía la felicidad de toda la comunidad. No, él no era Santa Claus ni portaba regalos para los demás. Ese hombre era empleado de la compañía eléctrica y estaba de guardia para vigilar que no se cortara la luz en la ciudad. Ese hombre iba maldiciendo a su jefe y jurando ante Dios que no le volverían a pringar en Navidad.

3 comentarios:

BLQ dijo...

bonito y gracioso tu relato corto. La verdad que tiene que ser una putada para la gente normal tener que trabajar durante las horas en las que apetecería estar con los que más se aman... aunque a veces en esas horas se está con la familia y no con quienes realmente amamos.

Por otra parte, la soledad no es tan mala, yo durante una época estuve (y creo que aún lo estoy un poco) enamorado perdidamente de ella. Además, el suicidio no es siempre un acto desesperado, sino un acto de valentía.

Mas no nos pongamos seriosos y buenas fiestas y próspero año nuevo. Espero que usted si las pase con los que más quiere.

Anónimo dijo...

Pues dale las gracias a ese hombre por la luz!
Feliz Fin de Año

Francisco Romero dijo...

Mi padre era uno de ellos, por eso he escrito este cuento.